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lunes, 9 de octubre de 2017

Razonamientos de un madrileño no patriota que no desea la independencia de Cataluña.

Desde hace mucho tiempo, la independencia de Cataluña es el tema de mayor importancia en gran parte de los medios de comunicación de vertiente conservadora. Se recurría a él para crear debates y teñir las noticias de patriotismo y crítica a la desobediencia. Pero poco a poco, fue cobrando más importancia entre todos los medios y estratos sociales y, algo que era mayormente un juego político dio el salto a la ciudadanía. Ahora ya no eran cuatro independentistas y unos políticos molestos, si no una una fiebre que se extendió rápido por toda la comunidad. A los partidos políticos catalanes esto les vino como anillo al dedo. No se si fue el despertar de nuevas conciencias con ansias de libertad, sentimientos reales de independencia, moda, odio hacia el gobierno central, o independentistas que estaban callados y dejaron de estarlo, pero de repente el apoyo se cuadriplicó. Lo primero que me resulta curioso es el corte reaccionario que tienen casi todos los partidos independentistas catalanes frente a una ciudadanía cercana a la izquierda en mayor o menor medida. A los partidos políticos esto les dio igual, el caso es que ahora tenían las escusas suficientes como para seguir avanzando hacia el referendum.

El 1 de octubre, tras una semana más sin diálogo y la mudanza de la mitad de las fuerzas de seguridad nacionales a Cataluña, ocurrió lo peor que podía ocurrir. El gobierno central, el PP, Mariano Rajoy y sus secuaces, todos ellos, apoyados por C's y algunos cargos del PSOE, dieron la orden de impedir el voto a los ciudadanos. Y en muchos casos, se utilizó la violencia. La imagen de un policía golpeando a una señora que quiere ejercer el derecho a la democracia dio la vuelta al mundo. Los partidos catalanes se debieron frotar las manos, ahora tenían el apoyo de muchas miradas internacionales y de muchísima gente no independentista. ¡Nadie apoyará la violencia! Además, el recuento daría un sí, obviamente, ya que solo los independentistas había ido a votar. 

Parece que se torció un poco la historia, y la reacción que al menos, estoy viviendo en Madrid está lejos de eso. La situación que vivimos ahora mismo no es el resultado de las acciones de habitantes de un sitio y de otro, o de sentimientos enfrentados, si no de clases. La clase política es la que ha causado el desorden. Esta clase política, con sus oscuros intereses, no ha sabido dialogar, no ha sabido ejercer, y no ha estado a la altura de los problemas que se presentaban. Ha olvidado para que está donde está y porqué siguen ahí. Citando las palabras de Ada Colau, la política necesita menos testosterona, y no puedo estar más de acuerdo. El comportamiento inmaduro que lleva ejerciendo el gobierno central todo este tiempo debería ser suficiente como para crear una respuesta popular lo suficientemente fuerte como para que sufran las consecuencias, y paguen por sus pecados contra el pueblo. Pero a cambio de eso, Madrid se ha llenado de banderas de España. Un desconocido hasta ahora, al menos por mi, sentimiento patriótico ha llenado las calles y ha premiado la negligencia, de la misma forma que los ciudadanos catalanes premiaron en muchas ocasiones a un gobiernos que les llevaban en un barco sin timón. De repente, lejos de una respuesta de cambio y revolución, muchas de las personas a las que oí decir "yo paso de la política, para mi son todos iguales" hablan del tema con un odio visceral hacia Cataluña provocado por los políticos catalanes y aumentado por las conductas del PP. 

Utilizan un argumento principal: quieren romper la unidad de España. Para ello, supongo que cuenta con que antes de esto, España estaba unida. Falacias, España nunca ha estado unida. Demasiados años de franquismo, demasiadas heridas aun sin cerrar de la guerra civil. Todos aquellos que niegan la memoria histórica y que "quieren dejar de remover el barro", ahora hablan de unidad aunque su actitud sea justamente la que separa las dos Españas que llevan existiendo desde a saber cuando, y ahora, una de esas mitades tiene excusa para salir a la calle con sus rojigualdas. Se ha oído el cara al sol y se ha visto el saludo fascista en manifestaciones de apoyo "a la unidad española". Recuerdo entonces un argumento que han utilizado contra mi en muchas ocasiones; la bandera española - me dicen- no es la franquista, solo es la representación de tu país y no deberías avergorzarte de ella. En estas manifestaciones esa misma bandera se está cargando de  una clara vertiente política y no precisamente por mi culpa, (por no hablar de la convivencia junto a la bandera franquista). Además, ¿porque banderas españolas? ¿La bandera contraria a La Estelada no debería ser la catalana normal? Parece que alguien tenía ganas de desempolvar las banderas del chino que se compraron para el mundial...

Se ha confundido la política con un partido de futbol, en el que un equipo gana, y otro pierde. En las elecciones, los equipos son los partidos políticos, y esta vez, es Cataluña contra el resto de España. Pero volviendo a los de antes, ¿nos hemos olvidado que en Cataluña hay gente no independentista y que fuera de ella, hay mucha gente que apoya la independencia? ¿Esta gente también juega al futbol?

Yo personalmente, no quiero que Cataluña sea un estado independiente, no me parece momento para añadir fronteras, pero, cualquier acto en el que una mayoría ciudadana se haga oir, no puede ser ignorado por los dirigentes y mucho menos impedido. El referendum no era más que eso, conocer la opinión. Un gobierno central un poquito avispado habría dejado que se celebrara; sin política, solo un "me gustaría independizarme o no". Y tras conocer los deseos del pueblo, se actúa en consecuencia. Ahora, no sabes si fue un sí o un no, solo tenemos dos partes de los ciudadanos enfrentados. Claro, que presiento que la unidad de los pueblos nunca fueron los deseos de la clase política de ningún lado. Son los políticos los que han potenciado esta separación. Cualquier acto de animadversión entre los dos sectores será un triunfo tanto para los partidos independentistas como para el central.

Hay otro argumento que he oído por parte de los que defienden la unidad: deberíamos dejar que se independicen y que se pudran, ya vendrán luego pidiendo. No se siquiera si quiero comentar esto, pero es la contradicción en estado puro. Es odio, caspa en cantidades industriales. La hipocresía de los que premian al gobierno con patriotismo barato.

Como conclusión personal, los juegos políticos han pasado a ser parte del pueblo hasta un punto en el que el propio pueblo se está enfrentando. Se les ha ido de las manos, y creo que esta situación es suficiente como para pedir un cambio real. Deberíamos olvidarnos ahora mismo de nacionalismos e independentismos para expulsar a los dirigentes corruptos, a los políticos que no velan por sus ciudadanos. Y cuando el cambio sea efectivo, podremos volver a hablar de territorios y fronteras. De momento, está demostrado que no saber hablar por nosotros, así que hagámonos oir, unamos fuerzas, e intentemos que la política no sea el centro de nuestra vida, si no que nuestras vidas sean las que dicten como tiene que ser la política. Sin crear diferencias que no existen.