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jueves, 26 de enero de 2012

Justicia

Justicia es un término tan subjetivo como inconcluso. No hay justicia para los hombres siempre que sean ellos quien se juzguen. Nos basamos en leyes, pero esas leyes las escribimos nosotros. ¿Qué tiene de justo entonces escribir las normas en las que más tarde basaré mi inocencia? Podriamos decir que es entonces lógico pensar que nos deberiamos basar por la ley divina, pero Dios murió hace casi dos siglos. ¿A qué leyes hacemos caso?¿Quién traerá el orden?. 
Me parece muy feo emparejar el orden con la justicia. No es justo dar la razón al más ordenado. No creo que nadie sea merecedor de imponer o elegir una justicia o unas normas, ni un juez, ni un rey, ni un estado. Todo nace con una ley natural a la supervivencia, o en el caso que no sea un ser vivo, a la dureza, al paso del tiempo, o a la regeneración, hasta que inevitablemente el tiempo lo destruye. Solo nosotros como seres racionales juzgamos. Solo nosotros hacemos de nuestras acciones juicios de valor, atribuyéndolos en muchos casos castigos, al no coincidir con una serie de frases que alguien escribió, pero no premiando nunca su obediencia. Esto es porque tenemos que comportarnos así por naturaleza, y no se tiene que premiar, solo se tienen que oprimir los actos "negativos", pero, al ser la justicia inventada por el hombre, nunca podrá ser por naturaleza. 

Volvemos a la pregunta. Si no nos basamos por las leyes humanas, ni por las divinas, entonces ¿por cuales nos basamos?. No voy a decir que por ninguna. Creo que hemos alcanzado un nivel demasiado alto socialmente que, aunque lo haga apretando los dientes, la justicia humana es necesaria, pero injusta a la vez. Que ironía. 

Y mientras me planteo que es justo o que no, un marido celoso vuelve a maltratar a su esposa. ¿porqué justicia nos movemos?... solo dime si esto lo ves justo. 

Y entonces llega Garzón a defender la justicia humana y esta es lanzada contra él para impedírselo.
Y entonces llega Camps y utiliza la injusticia para que la justicia humana lo declare inocente.

Me da igual lo que sea que hayan hecho. Los dos casos son injustos... ¿bajo la justicia humana? No. Bajo mi ética, mi pensamiento, y mi única percepción de la justicia. Lo demás, lo ha decidido otro.


domingo, 15 de enero de 2012

El Bosque Umbrío

Y la niebla es cada vez más densa, tanto que hace ruido, y puedo oírlo. Es suave, ligero, con muy poco volumen. No hay luces que iluminen, que traspasen el cada vez más tupido velo que ofrecen las nubes al bajar. No hay ningún camino marcado excepto los rastros que dejaban los animales al pasar, mucho antes que yo por este mismo lugar. Las jaras no manchan con su conocido pegamento, pero el rocío que fluye por sus hojas es suficiente para mojarme. ¿Qué puede pasar ahora? Nada. Nada excepto la niebla, la silueta de un árbol que se acerca, o el canto de un búho muy lejano, haciendo de instrumento solista en la caída del sol. 
Inminente. Es el adjetivo que mejor define a la oscuridad en esta situación. Tonos oscuros, verdes y marrones, nada de azul en el cielo, ningún rojo tiñe las nubes, ningún morado anuncia el fin del día. Gris, es de lo que estoy rodeado, y de esa sensación a humedad. Se respira muy bien.
El musgo hace que andar sea mucho más cómodo. Arboles secos, muertos, no se ven como algo triste. Recubre el liquen sus extremidades caducas, el cadáver de lo que estuvo vivo. Pertenecía al bosque en vida, y sigue siendo parte de él en muerte. 
Primer escalofrío, primer síntoma de que la noche se acerca. El camino sigue sin aparecer, pero se dónde está. No quiero seguirlo, quiero ver el lugar donde se despierta el búho que lleva un rato sonando. El canto se pierde entre la espesura, acompaña a la umbría. Umbría. Esa es la palabra.
No quiero ver otra cosa, no quiero oír otra cosa, no quiero pensar en otra cosa. Es el bosque y yo. Es todo lo que tiene, lo que posee. Soy parte de él en este momento. No quiero salir hasta que el frío me empuje a hacerlo. No soy más que un visitante, en el bosque umbrío.

lunes, 9 de enero de 2012

Diosa fortuna

Cuando es la Diosa Fortuna la que sonríe, su reír se contagia fácilmente, ya sea porque las monedas brillan más cuando las da el sol, o porque un corazón sano siempre ama mejor. ¿Quién se encargó de darle suerte a la fortuna?
Cuando la lluvia se convierte en una cortina densa y gris se hace más difícil conservar el optimismo. Un hecho tan cotidiano, tan natural como el ciclo del agua pude ser un gran exponente de tristezas.

Es una metáfora.

Sin causa, bajamos la mirada al suelo. No nos interesan los huecos entre las baldosas aunque difícilmente intentamos esquivarlos, no vaya a ser que la mala suerte nos encuentre de verdad. Y entonces llega el viento y se nos mete por los diminutos huecos de las costuras de la chaqueta. No verifiques lo que ni siquiera tiene una base. No tiene sentido? Lo se, pero es humanamente inevitable.