Se perderán como lagrimas en la lluvia. Una frase muy dicha. Desde aquel replicante en el tejado, hasta ahora, ha sido muy utilizada, un recurso necesitado casi siempre relacionado con la tristeza.
No es odio, es peor. El odio alberga amor, si hay de uno, hay de otro, y en eso se basa mi esperanza.
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jueves, 18 de abril de 2013
miércoles, 3 de abril de 2013
Mierda España.
Llegamos a un punto con un olor demasiado fuerte que atare a las moscas de todo el panorama. Moscas que acuden a la mierda nacional en la que, parece ser, somos piezas de un juego al que otros juegan. Se ha abierto una brecha. Tal es la devastación y tal es la degeneración que las leyes que los ricos escribieron se vuelven contra ellos mismos. Han sobrepasado la barrera de silencio. Casos de corrupción que implican a la casa real, a empresarios, a la cúpula del partido gobernante, a la oposición. El pueblo duerme, y cuando despierta nos llaman terroristas. Como pueden compararnos con una grupo armado que asesinaba. Va en contra de la constitución dicen, vaya, como dejar a alguien sin techo. Como la monarquía, anticonstitucional, y firmada bajo su nombre. Eso no es terrorismo, solo lo es cuando las víctimas son ellos. Terrorismo es lo que merecéis que os hagamos, como venganza por los daños causados, por injurias y por actos. ¿Las personas que se han suicidado antes de ser desahuciadas se considera también terrorismo?
Mientras tanto, los procesos judiciales que acusan a nuestros gobernantes van lentos, y se esquivan muchos de ellos con artimañas legales. Igual que cuando se judga a un preso político vasco, en este caso todo es rápido y nadie da problemas. ¿Quién merece estar en la cárcel?. No, ellos no, ellos merecen quedarse en paro, con su patrimonio en 0 y sin casa donde vivir, y que miles de personas a diario les recuerden porque están ahí. Pero alguien hará algo, o alguien se saltará algún papel o aprovechara alguna ley para que el mismo diablo se escape del infierno. Entonces se pasará la crisis y olvidaremos que todo esto ha pasado gracias a los créditos que nos concederán los bancos y las casas que nos compraremos en la playa. Y vuelta a empezar otra vez.
Ojala la crisis dure lo suficiente como para que todos los cerdos sean ajusticiados.
martes, 2 de abril de 2013
Añoranza
Fue fugaz. Una vida que solo tiene en pequeños capítulos de memoria con ráfagas de alegría espontánea y tristeza profunda cuando vuelve a la realidad. Al menos, el positivismo innato que tiene por el futuro hace que sean los pequeños detalles de la vida los que le devuelven a esa felicidad que se basa en el olvido del presente y a la añoranza del recuerdo. No tiene normas, tampoco ideas, solo ve como llueve sabiendo que saldrá el sol, pero sin mirar hacia el cielo para comprobar la densidad de las nubes. –Está lloviendo mucho –se dice–. La primavera se retrasa este año.
El niño duerme dentro de él, pero tiene miedo por si no se despierta aunque nunca sucumba en la perdida de la esperanza, es lo último que se pierde antes que la vida. De momento, la escritura significan unos minutos de descanso para que el cráneo se enfríe de un día entero de susposiciones envenenadas y absurdos complejos. Llega el momento de la autocompasión y de una empatía forzada que se sale de los gráficos humanos. Cuando el egoismo es la cura se pierde la confianza en el hombre aunque se gane en uno mismo. Y por una vez, que le jodan al bien común, que le jodan al mundo y a sus gentes, apartense todos, llega el remordimiento, los celos, la ansiedad, de los peores sentimientos que pueden existir, mucho más poderosos que cualquier justicia social.
Vive como un tullido que recuerda sus piernas en vez de correr ahora que las tiene, y puede hacerlo.
–Esta lloviendo mucho –vuelve a decir–. La primavera será tan florida...
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