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domingo, 24 de febrero de 2013

23F. Estado policial.

Me sorprende muchísimo el poco tiempo que los medios de comunicación ha dado hoy al la manifestación que se produjo ayer, 23 de febrero del 2013, por los motivos ya conocidos y cada vez más generales. Se pide un cambio de gobierno y cada vez somos menos, pero más enfadados.

Todo parecía una concentración ciudadana más, como otras, ante las cortes pero con la barrera policial cortando la calle mucho más abajo de lo normal, y con una linea de bomberos que, no se si colaboraba con la policia con nosotros, impedía el acercamiento a las vayas.

A las 20:00 los bomberos se fueron, y el pueblo entró contra las vayas. Cuando nos quisimos dar cuenta, todas las entradas a la plaza de Neptuno estaban controladas por policias, que poco a poco iban presionando a la gente para desalojar. Yo elegí la salida sur, bajando por el Paseo del Prado hacia Atocha. El espectáculo lamentable empezó con un antidisturbios que perseguía a un hombre que iba andando solo. Con la porra le iba intimidando, y al ver que aquel hombre no le hacía ningún caso, levanto la porra para golpearle. Grite "te estamos viendo", y la gente se dio la vuelta para gritarle también. No es solo el hecho de querer golpear a un hombre solo por la espalda, es el hecho de al ver las críticas, bajar la porra, inflarse como un palomo y contestarnos con la misma inteligencia que un niño de 7 años en el recreo del cole cuando le hacen una falta jugando al fútbol. "eh, que.. eh, que...".
La protección que dan los cascos, los chalecos, las armas y los compañeros, todo ello pagado por el estado eliminan la poca conciencia que puedan tener. Si creo en la humanidad, prefiero pensar que todos se meten cocaína antes de ir a trabajar porque si no, no encuentro razón para ser tan despreciable y poco profesional. 

Según me acercaba a Atocha empezaron los disturbios. Miles de camionetas bajaban rapidamente por el paseo de Prado hacia Ronda deAtocha, mientras un grupo de policias entraba a saco a la plaza del Reina Sofía. Empecé a ver un contenedor ardiendo a lo lejos y unas penosas barricadas echas con lo primero que se podía encontrar que en seguida desaparecieron. Un grupo de policías agarró a una chica por el cuello y la arrastraba hacia una camioneta mientras que, al grito de "a por ellos que son menos" un grupo de manifestantes les rodeaba e intentaba que la soltaran. No sirvió para nada. 
Más sustos y más carreras hicieron de esa noche suficiente para reforzar mi sentimiento anti-policial. No puedo dudar de un cuerpo entero, ni voy a criticar independientemente la actitud de un profesional en concreto, solo quiero expresarme sobre el comportamiento de ayer. 

Está claro que esto es una lucha ciudadana, y esto arto de quejarme de la violencia de los policias. Nosotros también somos violentos, ni la mitad, pero lo somos, y con razón. La corriente 15M en la que se ha puesto de moda ser Ghandi y pensar que los policias son obreros choca con esto. No son obreros porque no tienen conciencia de ello. Un obrero no aporrea a otro obrero. Nosotros luchamos contra este estado corrupto lleno de indignación, y el antidisturbios lucha contra esa lucha. Es el anti revolucionario, el antijusticia, el antirazón, y todo ello, pagado con nuestro dinero y nuestras nóminas, sin sobres en negro. El grito muy oído en todas la manifestaciones de "estas son nuestras armas" mientras se enseñan las manos quedará sustituido por cócteles molotov porque, ni los egipcios, ni los turcos, ni los cubanos, ni los rojos en la Rusia del Zar consiguieron el cambio que querían enseñando las manos. Ojalá pueda ser todo pacífico, cuando alguien le dice a un policia "eres obrero como yo" y el policía le responde con una porra en la sien, destruye todo elemento pacificador posible. No hay escusa. O con nostros, o contra nosotros, y no hay más.


martes, 19 de febrero de 2013

La anciana de la sonrisa

Hacía mucho que no subía a Madrid capital. El precio de la gasolina y del transporte público son los culpables. Me tomaba un café con una buena amiga mientras esperaba a unos clientes. Hablábamos de nuestras vidas cuando entró una anciana. Iba con un bastón y vestía como alguien que tiene frío y dinero de sobra para comprarse un abrigo tan caro, por suerte, no era de piel. Interrumpió nuestra conversación con una enorme sonrisa y unas palabras bajas, sin esfuerzo por entonarlas bien y de las que pude oir algo parecido a "...el viaje...". Los dos le miramos extrañados, y después entre nosotros sin cambiar la cara. La abuela volvió a hablar, esta vez dijo algo precido a "...da igual... no pasa nada...". Después se sentó en la mesa más cercana a la nuestra y esperó con el bastón a un lado y sin quitarse el abrigo. Pasó el tiempo, su rostro caía, y, aprovechando que el camarero nos traía la cuenta le dije: -Perdona, esta señora lleva unos veinte minutos esperando a que la atiendan.- No te preocupes, esta todo controlado- Respondió él. Quedé conforme y cuando nos hallábamos fuera de su vista, el camarero nos alcanzó. - Ésta señora viene todos los días, unas 5 o 6 veces al día. Tiene alzheimer, y los dos primeros cafes se los suelo regalar pero, después el encargado puede echarme la bronca-.

Una pequeña anécdota en un día lluvioso como el de hoy. La consciencia juega malas pasadas. Cada café sería como el primero, como cada día, y cada vez que entraba. El miedo al tiempo no es por morir, si no a debilitarse tanto que la consciencia llegue al invierno en el que dejemos de sentir calor y, necesitemos ese gran abrigo. Pero muchas veces el abrigo no es suficiente y la muerte solo es un paso.

Si la enfermedad la representaba aquella sonrisa infantil que portaba la anciana, desde luego, es la enfermedad más irónica que he visto nunca.

viernes, 8 de febrero de 2013

La patria de otro

La patria, amada por unos y odiada por otros. Esto en España se lleva a su máximo esplendor. Siempre se ha dicho que ha habido dos Españas. Yo creo que hay tres: la roja, la azul y la transparente, pero no quiero hablar de ninguna en concreto. Prefiero hacerlo del concepto amplio de "patria". 

Al patriota se le define como aquel que siente amor por el sitio donde ha nacido. Hay gente incluso que su cometido es defender y luchar por su patria, y hay sistemas que se basan en esto (véase por ejemplo el militar). Pero cuando decimos esto, ¿estamos hablando de una pedazo de tierra o de sus gentes, tradiciones, culturas, etc? Realmente esto es algo que muchos no se plantean por lo que su amor patriota es o innato o ignorante. 

¿Porque no soy patriota?. Puedo responder muchas cosas. En el caso de que patria sea todo lo que represente la tierra donde he nacido, hay mil razones para serlo: la naturaleza, muchos aspectos culturales y la gente de la que me rodeo las que mas pesan. Pero también hay muchas razones para no serlo como el sistema político, las clases sociales, la injusticia, y otros aspectos de la cultura. En el caso de que hablemos de patria como pedazo de tierra, simplemente me parece absurdo sentir amor incondicional por ello. Entonces, debería de llamar patria a mi gente, y a todo lo que le rodea, es decir, la patria son tus amigos y tu familia. No creo que haya que meterse en ningún ejercito ni destruir otras patrias, grupos de amigos, familias, naturaleza o aspectos culturales para defender los de uno mismo. Ni creo que tenga que existir un ejercito que luche por ello bajo una bandera ya que, la patria es diferente para cada uno. En el momento que lo unificamos todo bajo una bandera o escudo ya no es personal, y se convierte en algo colectivo y no todos tenemos la misma madre. Al final, nos convertimos en patriotas por adorar un pedazo de tierra que puede estar perfectamente vacío. La patria es colectiva, e instaurada, ya sea histórica como políticamente. 
Esta tierra la dividimos a su vez en tierras más pequeñas, cada una con una bandera y un nombre. A parte de ser un sistema organizativo, hay un sentimiento patriota en las gentes allí nacidas, y se va subdividiendo hasta que eres patriota de tu pueblo, de tu comunidad, de tu provincia y de tu pais. Pero nunca eres patriota de tu casa, otra razón más que demuestra que la patria es el pedazo de tierra del que hablaba antes, y no lo que vive en él. Por supuesto, tampoco hay patriotas del mundo, porque no podríamos defenderla ante nada. Los habrá solo cuando una nación alienígena nos ataque. 

Entonces, ¿soy acaso patriota cuando siento predilección por muchos aspectos de una tierra?. Yo creo que no, pero tengo que darle un nombre a esto. Lo llamaré raíces.  Las raíces si es todo eso que realmente merece la pena defender y amar. La hierba verde, la vida sencilla y los besos de una madre pueden ser aspectos destacables. Tenemos una predilección innata por volver a nuestra raíces, y las buscamos estén donde estén, hayamos o no hayamos nacido en el lugar donde se encuentran. Si tu sitio no es este, tendrás que desplazarte, viajar, conocer y culturizarte hasta que las encuentres y estes cómodo, algo que los patriotas no haces pues, donde han nacido para ellos es lo mejor, y no necesitan moverse. Yo creo que no siempre naces en el sitio que amas. Por supuesto, se coge cariño a aquello con lo que has crecido pero, hay que saber diferenciarlo. 

La gente que por trabajo u otras cosas no puede vivir donde tiene sus raíces es realmente triste, y acaba con estrés, con ansiedad y otros problemas. Si este no es tu lugar, vete, búscalo, adelante. El mundo es enorme, y el ser humano una especie sedentaria. Lo encontrarás tarde o temprano. La mejor forma para encontrar tus raíces es explorar las patrias de otros.

domingo, 3 de febrero de 2013

Señora importante

Me hace mucha gracia ver a la señora de la limpieza del metro. Más exactamente a la que pasa la mopa por Alcorcón central los domingos a las 09:30. Nadie se salva a su paso. Su poder llega tan lejos que todos los transeuntes sentados deben levantar los pies para no ser arrollados por este gigante limpia-suelos. La base del sistema del que Don Limpio es el presidente. ¡Viva la señora de la limpieza del metro!. Supongo que nunca pensaría que alguien hablaría de ella de esta forma pero, no está el panorama nacional como para hablar de gente "importante". 



viernes, 1 de febrero de 2013

Arrugas y barba blanca

Llegué a mi casa justo cuando mi padre sacaba el coche de su sitio. - Venga, cógelo tu, ya pongo yo la gasolina- me dijo mientras me bajaba de la bicicleta  Le hice una señal de asentimiento con la mano y fui a buscar mi juego de llaves. Hablamos en el trayecto, de cosas mías, personales, que no suele hablar con mi padre casi nunca excepto cuando voy de copiloto, aunque esta vez ocupase él este asiento. Yo no sabía donde íbamos, solo conducía siguiendo sus indicaciones y concentrando la vista en la carretera. El sol del atardecer era peleón.
En 15 minutos llegamos a una casa. Aparcamos y mi padre gritó el nombre de su propietario a modo de timbre, Jaime, creo. Al momento apareció un hombre de unos ochenta años. Era bajo, encorbado y andaba muy despacio, cojeando. Se acercó lentamente a la puerta del patio donde aguardábamos nosotros, junto con una gran perra mestiza, vieja y gorda, y un perro pequeño y peludo que no paraba de ladrar. Mientras yo ponía la mano cerca del morro de la perra para que me oliera, el anciano empezó a hablar. Protestaba porque no podía encender la caldera. Su voz no era propia de una persona de su edad, era dulce y musical, y con un característico acento del norte. Entre frase y frase, tosía, como si padeciese una enfermedad. Lo siguiente que dijo fue sobre la causa de su tos. - Aunque la operación haya salido bien, esto ya no tiene remedio. No hay pastillas que curen esto, me pueden suavizar, pero los bronquios no se curan ya- Me llamaba muchísimo la atención la palabra suelta y ágil con la que se expresaba, sin pensarselo. Sin abrirnos la puerta, se sentó en el borde de un escalón que le daba la altura perfecta. La perra gorda se tumbo contra la puerta y el perro pequeño y peludo se fue a hacer agujeros por el jardín.

Las arrugas de aquel hombre contaban historias por si solas, y una barba blanca de marinero las complementaban. Tenía vida en sus ojos, aunque su discurso auguraba un final próximo. - Me están buscando casa en el sur de España - decía, - Si llego -. Mi padre, acordándose de una de las cosas que le había contado en el viaje le respondió - Tu te vas al Sur, y mi hijo se va al Norte, a tu tierra -. Fue cuando el hombre se fijó más detenidamente en mi. -Asturias- dijo -Asturias, el sitio más pobre de España. Ahora esta todo mal, pero Asturias está peor. En Asturias todos somos rojos, y mi hermano teniente de la Guardia Civil... y mi padre fue el General, de toda Asturias. En el colegio yo oía como hablaban a mis espaldas y decían "este es el hijo del cabrón del General", pero, cuando murió, a la aldea de 5 familias en la que vivíamos vinieron 200 personas al funeral... y todos rojos, porque era honesto, y la gente lo sabía. Asturias es roja y obrera. No pueden hacer nada allí los hijos de puta del gobierno de ahora. Mi madre...- se paró un poco, me miró y sonrió - Mi madre era una mujer muy inteligente...-
 Me da rabia cuando escribo esto porque solo puedo recordar el mensaje principal, pero puedo asegurar que su discurso, exceptuando de algún insulto a algún político, era ameno y estaba muy bien formado y expresado, sin titubear. Me gustaría mostrarlo tal cual lo dijo - Allí nos criaban odiando al gobierno, daba igual que fuese, lo odiábamos.- Continuaba - Yo no soy patriota, la patria es un invento y al final, que es la patria sin las personas que viven en ella -.

El anciano se pso de pie y se apoyó en una de las barras de hierro que formaban la puerta. El perro pequeño y peludo apareció con un cojín mohoso en la boca, y la gran perra mestiza seguía tumbada, sin moverse. Entonces me percaté en la figura del gato, que sin haberse movido un momento, estaba tumbado con la figuro típica de una esfinge a pocos metros del anciano. Miraba y escuchaba lo que él decía. Había muchas ganas de vivir en aquel hombre, y sin embargo, ningún miedo a la muerte.
Poco a poco, fue terminando el monologo con algunas intervenciones mías y de mi padre, a las preguntas o los vacíos concretos que ofrecía. Pronto, me ofreció ayuda. Me dijo que el próximo día que viniera me daría las direcciones de su familia, que estaba toda allí. - Cangas de Narcea,  Nieres, Santa Eulalia, Llanes, Avilés...- ¡Avilés! - Dije yo - Esa es la zona en la que busco. Él respondió. - Allí tengo al mejor soldador que vas a encontrar nunca-

Cada vez hacía más frío y al final nos despedimos. El gato se levantó, se estiró y bostezó, como sabiendo que ya llegaba el momento de recogerse. El anciano le acarició la cabeza y dijo - Este lo ha escuchado todo, es muy listo y, no solo le tengo educado, ¡además le he hecho comunista!-