Cuando el cielo está oscureciéndose, la tierra queda negra. Las curvas de los montes rompen la rectitud con la que solemos imaginar el horizonte. El rojo está desaparecido, y un tono verdoso se apodera de las zonas mas cercanas a la biosfera, mientras que el ya conocido azul domina las alturas. Ranas y grillos ponen banda sonora a la escena. En este segundo, se oyen unos pasos. Es mi perra quien percuta. Se acerca, como suele hacer más veces y se sube a la mesa de piedra y me acompaña a pensar mientras se entretiene lamiendo mi brazo. Tengo las dos manos en su lomo. Tiene varios pinchos pegados a los pelos más largos, son difíciles de quitar. El aire huele bien, a aire.
Pienso en lo que estoy dejando de pensar, y lo único que me viene es un sentimiento de añoranza, algo de melancolía y algunos "te hecho de menos". Me dan igual el restos de las cosas en este momento, cada cosa a su tiempo, y ahora es tiempo de echarte de menos. Es tiempo de querer pasar más ratos contigo, pero ratos largos. No voy a ponerme a pensar en lo que debo hacer, en como voy a hacer menos daño, lo que me quieren o lo que me odian. Solo quiero estar en este mismo momento, en esta misma situación, con el mismo cielo, color, hora, tiempo y temperatura, pero con otro olor, algo que se parezca a la vainilla. Esa vainilla a la que huele tu cuello.
Al menos por ahora.
Cuéntalo, porfa (:
ResponderEliminarEscríbelo, porfa (:
ResponderEliminarCuéntamelo