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lunes, 13 de junio de 2011

Más atardeceres

Cuando el cielo está oscureciéndose, la tierra queda negra. Las curvas de los montes rompen la rectitud con la que solemos imaginar el horizonte. El rojo está desaparecido, y un tono verdoso se apodera de las zonas mas cercanas a la biosfera, mientras que el ya conocido azul domina las alturas. Ranas y grillos ponen banda sonora a la escena. En este segundo, se oyen unos pasos. Es mi perra quien percuta. Se acerca, como suele hacer más veces y se sube a la mesa de piedra y me acompaña a pensar mientras se entretiene lamiendo mi brazo. Tengo las dos manos en su lomo. Tiene varios pinchos pegados a los pelos más largos, son difíciles de quitar. El aire huele bien, a aire.
Pienso en lo que estoy dejando de pensar, y lo único que me viene es un sentimiento de añoranza, algo de melancolía y algunos "te hecho de menos". Me dan igual el restos de las cosas en este momento, cada cosa a su tiempo, y ahora es tiempo de echarte de menos. Es tiempo de querer pasar más ratos contigo, pero ratos largos. No voy a ponerme a pensar en lo que debo hacer, en como voy a hacer menos daño, lo que me quieren o lo que me odian. Solo quiero estar en este mismo momento, en esta misma situación, con el mismo cielo, color, hora, tiempo y temperatura, pero con otro olor, algo que se parezca a la vainilla. Esa vainilla a la que huele tu cuello.

Al menos por ahora.

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