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sábado, 4 de junio de 2011

Tumbado en el asfalto.

El asfalto tiene la misma temperatura que el aire. Lo sé porque estoy tumbado sobre él. Tengo un cigarro que se turna periódicamente entre la boca y la mano. Es divertido echar el humo despacio, ver como hace una forma totalmente aleatoria y se desvanece a medida que va subiendo. Un tema. Algo para hablar mientras miras al cielo sin pensar en él. Las estrellas y la luna se mueven muy lentamente, lo sé, pero no lo noto, mientras que las nubes más rápidas las cubren y descubren a su gusto, como un telón blanco. Siento una presencia, y me gusta. Unas palabras que describen una cabeza bien amueblada. Las oigo con una voz familiar. Me gusta esa voz, no por el sonido si no por lo que significa. De vez en cuando, algo que tiene poco que ver con lo que hablamos se cruza, una frase, una idea que acaba de llegar a la mente y por miedo a que se olvide se dice en alto. Se desvía. Ya no me acuerdo de lo que me decías. Suena un risa y tras unos segundos de silencio vuelve a salir humo de una de las bocas. Se oye algún coche de fondo, las ranas y los grillos. Son detalles, pequeños detalles que ves y cuentas. Crees que nadie se da cuenta de ellos, pero a veces hay unos oídos que escuchan algo que les suena familiar. Los mismos detalles de los que antes habías hablado.

Es una pena que no esté tumbado en el asfalto.

1 comentario:

  1. Me encanta.
    Expresa muchas sensaciones, muchas imágenes.
    Y al final todo se derrumba.

    Muy bueno.

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