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sábado, 22 de octubre de 2011

Señora, lleva una piel que no es suya.

Hoy he estado trabajando en una boda bastante pija. Me dedicaba ha acercarme a los invitados por grupos con una amplia sonrisa durante el cóctel. !Buenas! ¿Os he hecho una foto ya?. Había unas señoras sentadas de unos sesenta y pico años y, no iban a ser menos. - Buenaaaaas, ¿una foto?. Cuando las señoras asintieron y se juntaron para ocupar todo el encuadre me fije en un detalle que no me había percatado. De repente, durante un segundo, deje mi profesionalidad a un lado. Deje de ser fotógrafo para convertirme en un animal con sed de venganza. Aquellos dos visones colgaban muertos desde su regazo. Eran dos adornos, dos pieles de visón, con su cabeza y sus patas, pero vacíos, sin uñas ni ojos, sin órganos. Piel y pelo sin más al servicio de una alta sociedad que aun sigue envenenada por ese sadismo que representa vestir la piel de un animal, o de varios mejor dicho. ¿Qué representa?. Glamour desde luego no. El símbolo del estatus social se estableció hace mucho tiempo. La piel del animal pasó de ser la única vestimenta posible, utilizada por nuestros más lejanos antepasados a una prenda para los que más se quieren diferenciar de estos primeros seres. Ni siquiera tenía un diseño, ni pliegues, no costuras, excepto las que habría puesto, supongo, el taxidermista, porque no creo que ningún sastre hubiera tocado a esos dos pobres animales. Hacen falta 25 más para fabricarse un abrigo que, no dudo que se encuentre en su armario esperando a otro momento en el que sirva para distinguirla del resto, y la ponga en una posición mucho más alta, más adinerada, más poderosa. El crecer por la muerte de otros, siempre le ha gustado al ser humano.
La belleza del visón la encuentro cuando rebusca entre las piedras algún ratoncillo para comer. Cualquier mustélido desprende cierta ternura al mover el hocico olisqueando el terreno, y al moverse de una forma agil con su alargado cuerpo. El brillo de su pelaje se hace mucho más notable cuando es él quien lo mueve a su voluntad. Es muy suave, lo se porque he tenido la oportunidad de tocar alguno vivo, pero no creo que a la señora le hubiera importado la suavidad, solo al peletero que se lo vendió, como mucho.

Entonces, he recordado cual era mi trabajo, les hice la foto y me di la vuelta apretando los labios e imaginándome a esos des visones cambiando de pelaje, porqué es lo que harían por estas fechas si aún estuvieran vivos.


Solo las zorras visten de piel.

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