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martes, 26 de julio de 2011

Todo bajo el cielo.

Alguna vez miraste las estrellas?. Pero no hablo de mantener los ojos bajo ellas un momento. Hablo de mirarlas de verdad. Hablo de sentarte. Sentir la tierra en la espalda. Eres parte del suelo, parte del mundo. Sentir tus raíces. Puntos blancos, simplemente. Poco a poco tomas consciencia de ello. Y las pones nombre: estrellas. Los intermitentes de un avión desvían tu atención, pero al momento ya empiezas a ver los mismos dibujos que cientos de culturas veían y daban un significado. Reconoces algunas, no sabes porque las conoces, pero la osa mayor, la menor, Orión, La cruz del norte, están ahí. Entonces te preguntas, ¿cual era la estrella polar?. Haces memoria, como se la reconocía, y tienes la idea de que será la que mas brilla. No estás muy seguro, pero una estrella fugaz hace olvidarte de eso. ¿Un deseo? Ver otra.

El suelo no esta ni frio, ni caliente. Que es lo que quieres. Estás solo, y, por una vez puedes decir que es mejor así. Piensas en viajes, en aventuras. Por mucho que viajes, siempre será el mismo cielo, pero con diferentes significados.

¿Que oyes?. En lo alto de una montaña se oyen muchas cosas y ninguna. Cárabos, chotacabras, el viento, un arroyuelo. Las estrellas no suenan, pero puedes imaginarte miles de sonidos provenientes de ellas. La luna no sale esta noche, mejor, así puedo verlas más claras.
Siente la tierra. Siente la paz. Olvídate de todo lo externo a esto. Todo lo que está lejos, está lejos. Ahora mismo solo eres tu, tu y la tierra moviendo lentamente. Aquí solo es el cielo lo que parece moverse.
Hierba. Grillos. Piedra. Tierra. Arbustos. Montaña. Cárabo. Agua. Altura. Brisa. Cielo. Manos. Párpados. Respirar. Negro. Puntos. Estela. Noche. Silencio. Paz.


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