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viernes, 29 de julio de 2011

Todo bajo el cielo II

Vamos hacia delante, no se puede ir hacia otra dirección, solo cortarla. Vamos hacia delante, y de vez en cuando, giro la cabeza. He dejado huellas en la nieve, un rastro facil de seguir, facil de ver pero muy difícil de recorrer sobre los mismos pasos. Cambia el paisaje a medida que me acerco al bosque de pinos boreales. Todo cambia. Poco a poco dejo de echar de menos unos ojos, para echar de menos lo que había tras los mios. Recuerdo un color y una forma. Recuerdo una época no muy lejana, una voz, una sonrisa, unas palabras, unos dibujos. Pero hecho de menos otra cosa, algo mucho más difícil de conseguir. El cielo clarea, pero el frio es infernal. Invierno en Finlandia.
Como describiría la vida. Mucha gente habla de un camino hacia la muerte, otros, de algo que hay que aprovechar, pues solo vive una vez. Ambos tienen razón. Hay gente que se compromete de lleno con una idea, una sociedad, un sistema o un espíritu. Absurdo. Otros viven simplemente porque respiran, pero nunca se plantearon quienes son. Ignorantes, pero supongo que felices. Existe gente que solo recuerda el pasado, y existe gente que solo sueña con el futuro. Hay unos pocos que simplemente viven el presente. Respondiendo a la pregunta con la que inicio el párrafo; La vida es un sueño que es recordado siempre que la muerte se presenta al final de nuestra única existencia, en la que cualquier idea hará de nostros la persona que somos al respirar. La nieve cae sobre mi, y se me mete un poco por el cuello. El vaho se congela al segundo de salir de mi garganta.
No quiero hablar de amor, hablaré de soledad. El sol de medianoche proyecta una sombra sombra oscura que contrasta sobre la nieve blanca y brillante. La linea es perfecta. Ya no estoy tan solo al fin y al cabo. Lo qué ha pasado solo deja una maceración en mi, y fermenta poco a poco. No voy a pasarme el resto de mi vida echando de menos a una sombra. No voy a ser yo quien riegue el huerto con lagrimas, porque después comeré sus frutos, y me envenenaré a mi mismo. Se repetirá la misma historia. Pies de plomo, pero cuidado, ando sobre la nieve y puedo hundirme en un molino. Es la tundra, el bosque quedó atrás. No hay árboles aquí, el cielo y la tierra se funden en el horizonte, y el ambiente se propaga con el sonido del viento, el canto del urogallo y el murmullo de los matorrales. Hay tanta paz en este lugar que casi me da miedo pensar en ello por si enturbio el ambiente.
Hablemos sin palabras. Cejas curvadas con las puntas hacia arriba, señal de tristeza. No suelo ver esta expresión porque no suelo mirarme al espejo. Es irónico, si cogemos la misma postura y la pasamos a los labios significa todo lo contrario. Hagamos una U con nuestras bocas. Ahora, relajemos y, porque no te acercas un poco más. ¿Sabes lo que realmente echo de menos? Apretarlos. Los tuyos, y los mios, pero sin ruido, el ruido lo estropea todo. Hay otra U, pero en el cielo, son las grullas que terminan aquí su migración. Vuelan de esa forma para cortarse el viento las unas de las otras, se ayudan mutuamente y se turnan los puestos cuando la primera está cansada de luchar contra las corrientes más fuertes. ¿Sabes lo que creo?. Nos queda mucho para ser grullas. De momento, somos leones: cazan unos para que coman otros antes que nosotros.
Hay melodías que me devuelven la vida. En serio. Puedo llegar un día con el rostro mohíno, la cabeza gacha, el cuerpo destrozado y seguramente la mente también, y, solo una melodía me da la vida. Hay algunas, pocas, pero se cuales son. Los arplegios de piano, la base de una canción cambiando mientras la melodia principal se repite, o los varias voces cantando un estribillo en forma de himno a la vida son mis favoritas. Hace mucho que no escucho una de esas, pero el aullido del zorro ártico por las noches se le asemeja bastante.
Puede que te siga queriendo. Puede que lo que quiera sea lo que me diste, y, lo que niego una y otra vez que me dieras. Puede que lo que tengo no es suficiente, o, puede que tenga prisa para que algo que , algún día llegará, llegue ahora, y no es el momento. Puede que un día llegues, echandome de menos, y para mi ya solo seas lo que en un tiempo pasado disfruté, sufrí y dejo en mi, otra cicatriz más de esas que después encuentras, y no recuerdas de que son. O puede que no.
Puede que me esté volviendo loco, pero hay tres cosas que amo profundamente. El cielo, la luz, y el color verde, y tengo las tres sobre mi cabeza.

La vida no es un regalo. La vida no es maravillosa, pero...

La vida es para quienes quieran vivirla.
Y yo quiero hacerlo.
Y lo haré.

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