Y qué si me emocionan los rayos. Y qué si me gusta cuando la lluvia me da en la cara. Y qué si considero al trueno como la ola al chocar contra el acantilado, sonido de la tierra, del mar y de la naturaleza, mejor que cualquier melodía. Y qué si lloró al ver caballos salvajes. Y qué si soy feliz en los bosques cerrados y musgosos, como un duende. Y qué si sueño con viajar a lugares lejanos, más cerrados y más musgosos, con más duendes. Y qué si me gusta quedarme parado delante de una montaña, o mejor aun, en lo más alto, mirando como el sol se mete, contemplando la tierra a la que pertenezco, el planeta que me ha dado la vida. Y qué...
Que vivan los locos, gracias a ellos estoy vivo.
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